Me dediqué a olvidarla, sin lograrlo por supuesto

Esta es su historia y también mi historia. Pero no nuestra historia.

Cuando la perdí, me dediqué a extrañarla. La veía despertar cada mañana, cubrir mi rostro con sus besos, mis manos con sus manos y mis sueños con los suyos. La sentía mía en su ausencia. Ya no estaba pero seguía presente en mis planes truncados, en mis besos no dados, en mis versos confusos y mis cartas ilusas. Se marchó sin decir donde iba, sin decir si volvía.

Me dediqué a pensarla. Cada noche, cada mañana, en cada sueño y con cada canción. Imaginaba que tal vez ella pensaba también en mí y así sin saberlo, su recuerdo abrazaría al mío y cerraría el vacío inmenso que su promesa incumplida había dejado. Se convirtió en el centro de mi mente y todo giraba alrededor de ella. Todo, incluyéndome a mí.

Me dediqué a soñarla, a convertirla en realidad en el reino de la fantasía. Cerraba los ojos y aparecía allí, de nuevo pulcra y bella como si nada ocurriera. Era real, tan real como nunca y yo era feliz, tan feliz como siempre que la tenía a mi lado.

Me dediqué a olvidarla, fracasando en el intento. Caminé en línea recta, firme y sin desfallecer lo más lejos que pudiera. Buscaba un lugar apartado, tan apartado que la ausencia de todo me hiciera olvidar su ausencia, pero no lo lograba. Recorrí kilómetros pero su recuerdo seguía allí, volviendo cada cierto tiempo cuando creía que lo estaba logrando. Sus recuerdos seguían atormentándome, sin salir de mi cabeza, sin dejarme libre un segundo.

Caminé en línea recta para alejar su recuerdo pero olvidé que la tierra era redonda.

Originally published at www.gersonlazaro.com on November 23, 2014.