Sin poder confesarlo
Otra vez me he encontrado pensando en ella sin motivo aparente, sin ser capaz de confesarlo. ¿Cómo decirle que se convirtió en el centro de mi pensamiento? No lo sé. ¿Y si a ella le pasa lo mismo? No podría ser casualidad.
Sé que es una locura, pero siento que ella está pensando en mi justo ahora, justo cuando yo pienso en ella. Lo percibo en el viento. En algún punto del espacio tiempo mi pensamiento seguramente estará convirtiéndose en energía pura que una vez materializada recorre el vacío hasta llegar a su mente y una vez allí, se sincroniza con sus neuronas y dirige sus pensamientos en un túnel de vuelta hacia el autor del pensamiento original que la invocó. Ocurre entonces un flujo continuo de pensamientos, palabras, sentimientos y versos diversos en forma de ondas bidireccionales que llevan a ella mis palabras de amor y traen de vuelta sus respuestas que aún no logro descifrar. Entonces, ya con la comunicación establecida, sin saberlo mis pensamientos están llamando a los suyos, hablándose entre ellos sin que nosotros nos percatemos. Así pues, yo estoy en sus pensamientos y ella en los míos, no como un mero recuerdo sino como los receptores directos de nuestras más profundas cavilaciones.
Pero sigo sin poder confesarlo. Tal vez mis ideas no tengan sentido y tan solo malgasto mi tiempo pensando en ella mientras espero una respuesta telepática inexistente. Tal vez yo no haya pasado por su mente un solo segundo, y el túnel en realidad ha sido unidireccional sin retorno ni respuesta. Pero tal vez — y me aferro a esa posibilidad — ella también piensa en mí sin poder confesarlo, y entonces habrá sido el universo en su infinita sabiduría el que haya conectado mentalmente a dos personas que prefieren pensar en las palabras de afecto que no logran pronunciar.
Publicado originalmente en www.gersonlazaro.com